domingo, 23 de abril de 2017

Las inocentes

Acabo de ver una película francesa y mientras la veía había decidido no comentarla en el blog por lo dura que era, incluso me estaba planteando dejar de verla porque me tocaba demasiado la sensibilidad. Al final la he terminado de ver y voy a hablar de ella, porque tiene un final que es absolutamente precioso.
Está basada en hechos reales. Polonia, diciembre de 1945.
Una monja va a la ciudad buscando un médico, no quería que fuera polaco ni ruso y acude a la Cruz Roja francesa. Allí solo consigue a una enfermera que la acompaña al convento. Es un convento, todo es silencio, secretismo.
Habían buscado ayuda porque una monja iba a dar a luz y estaban teniendo problemas, el niño no estaba bien colocado.
Tienen que darle las monjas una explicación a la enfermera de lo que está pasando en el convento y le cuentan que soldados del ejercito ruso fueron tres veces al convento y las violaron a todas. Estaban siete monjas embarazadas y la madre superiora tenía sífilis.

Después del nacimiento del primer niño, la madre superiora se lleva al bebe para entregarlo a un familiar de la madre. 
No podían decir nada porque iba a ser una vergüenza para ellas y las echarían del convento y las repudiarían aunque fueran inocentes.
Todo se tiene que hacer en silencio. La enfermera las visita por las noches para ver como van los embarazos ocultando siempre a donde iba.
Las monjas tenían que vivir con el desagradable y asqueroso recuerdo de su violación y sin poder ni desfogar la rabia, porque tenía que ser todo silencio, contención, resignación. No querían ni que la enfermera las examinara porque romperían los votos si mostraban su cuerpo.

Nace el segundo niño y la madre superiora se lo lleva también, supuestamente para entregarlo a un familiar de la madre, todo por evitar la vengüenza, la deshonra, para protegerlas.
Luego se descubre que no se lo entrega a nadie, su solución era otra.

Las violaciones traen unas cosas y luego otras y luego otras. Al final tan monstruos eran los soldados rusos como la madre superiora.
A la enfermera se le ocurre una solución, solución para los niños y solución para las monjas.  

El final es tan bonito, tan  plenamente bello que me he alegrado de ver la película entera y no haberla cortado. Se me han saltado las lagrimillas y todo y por eso me he decidido a escribir sobre ella.










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